Insectos en tu plato, una realidad cada vez más cercana.

Estamos revolucionados.

No sé tú, pero desde el 1 de enero yo no hago más que leer que en España ya podemos comer insectos y que serán el alimento estrella de 2018.

Y sin duda hay una parte de verdad…pero la cosa no es tan fácil.

Tranquil@.

Vas a tener tiempo para adaptarte (porque, reconozcámoslo, a la mayoría nos cuesta pensar en grillos, gusanos o moscas rozando nuestras papilas gustativas sin que nos dé repelús, se nos erice el pelo o sintamos náuseas).

Si hoy vas al supermercado no vas a encontrar harina de grillo al lado de la de trigo, ni habrá bolsas de insectos en la sección de congelados.

Pero vete haciéndote a la idea, porque es muy probable que en unos meses sí compartan estantería en el súper y un lugar en la carta de los restaurantes.

¿Estás preparad@ para el futuro?

¿Qué ha cambiado desde el 1 de enero de 2018?

 

Pues el quid de la cuestión es que en esa fecha ha entrado en vigor el Reglamento 2215/2283 que regula los nuevos alimentos y deroga la norma que hasta ahora legislaba sobre este tipo de productos (el Reglamento 258/1997).

Estos reglamentos establecen qué se considera “nuevo alimento” y qué pasos tiene que dar la industria alimentaria para obtener autorización para comercializarlos en los países de la Unión Europea.

Un producto es “nuevo alimento” cuando “no haya sido utilizado en una medida importante para el consumo humano en la Unión antes del 15 de mayo de 1997”.

Pero además, debe poder incluirse en una de las categorías que indica la legislación.

En el Reglamento de 1997 una de las categorías era “ingredientes alimentarios obtenidos a partir de animales”, lo que podía estar abierto a interpretación: donde algunos entendían que esto incluía a los insectos enteros, otras voces aludían que la categoría solo se refería a partes de animales (en el caso de los insectos, las alas, patas o cuerpo por separado).

El Reglamento anterior no reconocía expresamente los insectos como “nuevos alimentos” y la decisión final la tenía cada país.

Por lo tanto la situación de la venta de insectos como alimentos en Europa es variable.

Algunos países como Bélgica, Reino Unido, Holanda, Dinamarca y recientemente Finlandia, consideraron que se podía autorizar la comercialización de insectos así que por acción (regulando su comercialización) u omisión (dejando sin regular y amparándose en la ausencia de legislación) se pueden encontrar tanto en supermercados como en ingredientes estrella en exclusivos restaurantes (el chef holandés Hernk Van Gurp, además de ofrecer platos con insectos, ha escrito un libro con dos entomólogos en el que se explican las ventajas de incluirlos en la dieta e incluye preparaciones culinarias).

En España, la ausencia de legislación expresa hizo que durante un tiempo algunos negocios innovadores apostasen por la venta de insectos. Pero las autoridades sanitarias lo acabaron prohibiendo y AECOSAN se manifestó expresamente en contra de esta venta.

La comercialización de insectos estaba expresamente prohibida en España

En marzo de 2015, la Agencia Española de Consumo, Seguridad alimentaria y Nutrición (AECOSAN) mantuvo su postura de prohibir la venta de insectos para consumo como alimentos, precisamente a la espera de que se publicase el nuevo Reglamento sobre nuevos alimentos (el que entró en vigor el 1 de enero de este año).

Así que hasta ahora, en España o la comercialización estaba expresamente prohibida.

¿Por qué esta nueva norma ha sido tan decisiva?

Porque en el año 1997, cuando se publicó el reglamento anterior, los movimientos de los mercados, la influencia limitada de otras culturas gastronómicas y las preferencias de los consumidores no hacían prever que los insectos pudieran considerarse alimentos con un potencial real para ser incluidos en nuestra dieta.

Así que había un vacío porque realmente no se concebía como posibilidad.

Sin embargo, en 2015 (casi 20 años después), las fronteras culturales (también las culinarias) ya se habían desmoronado: internet y las nuevas fuentes de información y de relación social lo han transformado todo, incluida nuestra forma de comer y los ingredientes que incorporamos en nuestros platos.

Así que el Reglamento 2015/2283 ya tiene en cuenta en los considerandos iniciales lo que la legislación anterior había pasado por alto: que los insectos en la alimentación humana son una realidad que se debe regular.

Y dice expresamente “No obstante, procede revisar, clarificar y actualizar, sobre la base de los avances científicos y tecnológicos registrados desde 1997, las categorías de alimentos que constituyen nuevos alimentos. Esas categorías deben incluir los insectos enteros y sus partes.”

Así, en las categorías de nuevo alimento (es decir, los alimentos que deben someterse a esta norma) incluye “alimento que consista en animales o sus partes, o aislado de estos o producido a partir de estos”.

Una pequeña modificación respecto a la norma anterior, que solo hablaba de ingredientes alimentarios obtenidos a partir de animales, pero con importantes repercusiones legales. Porque ya se refiere a los insectos.

¿Esto quiere decir que ya se pueden comercializar los insectos como alimento?

 

No.

El revuelo en los medios de comunicación puede entenderse porque realmente el titular es impactante. Aquí te dejo unos cuantos ejemplos de lo que habrás podido leer estos días:

titulares insectos

Sí, efectivamente por los que aparece en la prensa se puede interpretar que ya hay vía libre y que podemos bajar a comprar una barra de pan, dos litros de leche y 300g de grillos.

Bueno, es un poco más complejo.

Lo que ha hecho este Reglamento es incluir los insectos dentro de las categorías de nuevos alimentos.

Pero no autoriza directamente su venta. Todavía tienen que pasar por un proceso de autorización para garantizar la seguridad del producto.

Todavía no pueden venderse insectos para consumo humano en España; deben aparecer en la lista de nuevos alimentos de la Comisión Europea.

Sí cambia algo: ya tienen una clasificación como nuevos alimentos (dejan de estar en el limbo legal) y por lo tanto están sometidos a esta legislación.

Y esta norma obliga a que, antes de poner en el mercado cualquier “nuevo alimento”, la empresa que quiera venderlo o utilizarlo como ingrediente debe asegurarse de que aparece en la lista de nuevos alimentos de la Comisión Europea. Y, si no lo está, puede solicitar que se incluya.

En el caso de los insectos, por el vacío legal del que te he hablado, hasta ahora no estaban en la lista de nuevos alimentos.

A partir de ahora las empresas que quieran comercializarlos pueden solicitar la autorización a la Comisión.

comision europea insectos

El nuevo reglamento también simplifica el proceso de autorización de nuevos alimentos, lo que facilitará la inclusión en la lista.

Las empresas ya pueden solicitar autorización para que los insectos se incluyan en la lista de nuevos alimentos, paso necesario para poder venderlos.

Pero además abre una nueva posibilidad para agilizar lo trámites si la autorización se solicita para alimentos derivados de la producción primaria (como es el caso de los insectos) que se consideren alimentos tradicionales en terceros países.

¿Cuáles son los “alimentos tradicionales en terceros países”?

Los que posean un “historial de uso alimentario seguro en un tercer país”, es decir, que la seguridad del alimento en cuestión se ha confirmado con datos sobre su composición y a partir de la experiencia de uso continuo durante al menos veinticinco años dentro de la dieta habitual de un número significativo de personas en al menos un tercer país).

Si cumplen esta condición, el solicitante tiene que presentar la propuesta de autorización a la Comisión y, si en un plazo de cuatro meses no hay alegaciones por parte de los países miembros o de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), el nuevo alimento se incluirá en la lista de nuevos alimentos autorizados, indicando que es tradicional en un tercer país.

insectos comida

¿Es mucho tiempo cuatro meses para una autorización?

Realmente no.

Porque el procedimiento de autorización convencional (para otros alimentos no tradicionales de terceros países) puede requerir una evaluación de seguridad de la EFSA (que tiene nueve meses para responder en caso de que no necesite información adicional, porque en ese caso se prolonga todavía más). Y a partir de entonces la Comisión tiene siete meses más para incluirlo en la lista de nuevos alimentos.

Una eternidad.

Por eso AECOSAN considera que la mayoría de los estados o empresas que van a solicitar autorizaciones para comercializar insectos o incluirlos en los ingredientes de sus productos, van a optar por presentarlos como alimentos tradicionales en terceros países.

Con el nuevo sistema de autorización en pocos meses los insectos podrán estar en el mercado.

Así que la respuesta a tus desvelos es que sí.

Que es más que probable que en breve tengamos insectos disponibles para echar en el carrito de la compra o pedir en el restaurante de moda.

Pero todavía tiene que pasar un tiempo (meses).

¿Habrá problemas de seguridad alimentaria?

 

Es una preocupación lógica.

Porque nos enfrentamos a un reto nuevo impensable hasta hace poco.

¿Cómo afectará a los altísimos estándares de seguridad alimentaria que se han impuesto en la Unión Europea?

Si de algo podemos presumir en la UE es de que los alimentos que llegan a nuestra mesa son seguros (otra cosa es que sean saludables, eso es harina de otro costal que, como te he comentado muchas veces, seguro y saludable no son equivalentes).

Pues ante la inminencia de que los insectos sean un alimento más en nuestra dieta, la EFSA ya se ha pronunciado.

En 2015 emitió una opinión científica sobre el riesgo de producir y consumir insectos como alimento e ingrediente para piensos animales.

Para la EFSA, los riesgos microbiológicos y químicos asociados a los insectos dependerán de factores como la alimentación, el método de producción, el momento del ciclo vital en que son “recolectados”, la especie y el procesado posterior.

Pero considera que si los insectos se alimentan con productos autorizados (lo que no incluye las heces humanas y el estiércol ya que se desconoce el riesgo), los riesgos microbiológicos serán similares a los de cualquier otra fuente de proteína de origen animal.

Sobre la posibilidad de que haya riesgo de que se formen priones (responsables de la encefalopatía espongiforme bovina, ya sabes, el “mal de las vacas locas”), sería igual al que tendría cualquier otra proteína animal, siempre que no se les alimente con heces humanas o restos de rumiantes.

Hay más dudas sobre la posibilidad de que se acumulen contaminantes químicos que puedan pasar a la cadena alimentaria.

No obstante, todavía quedan zonas grises y la opinión de la EFSA recoge que se necesitan más estudios sobre los posibles microorganismos patógenos y los riesgos químicos que podrían afectar a la salud humana al consumir insectos.

La EFSA considera que en general, los riesgos de comer insectos son similares a los de cualquier otra fuente proteica, pero piensa que deben hacerse más estudios sobre su seguridad.

De ahí que para autorizarse como nuevos alimentos se tenga que evaluar su seguridad (bien por la EFSA o bien porque su consumo haya sido seguro en un tercer país durante al menos 25 años).

Por su parte, la FAO recoge que no ha habido problemas importantes de salud asociados al consumo de insectos. También considera el APPCC es una buena herramienta para garantizar la seguridad en la producción de insectos y que estos tienen que ser almacenados, transportados y manipulados en condiciones higiénicas adecuadas.

¿Te suena? Claro, porque es exactamente lo que hay que hacer con cualquier alimento. Nada nuevo.

buenas practicas insectos

En cuanto a la posibilidad de desarrollar reacciones adversas, al contener proteínas (que son los compuestos implicados en la mayoría de las reacciones alérgicas) sí que pueden producir problemas.

Pero la FAO también considera que, al igual que el resto de alimentos, los insectos son seguros y no producirán alergias a la mayor parte de la población.

Por si te quedas con ganas, para la EFSA los insectos con más potencial para ser consumidos como alimentos son la mosca, los gusanos de la harina y los gusanos de seda y los grillos.

El cri-cri ya nunca te sonará igual.

insectos varios

¿Qué interés tiene incluir los insectos en la dieta?

 

Pues estamos hablando de varias ventajas que van mucho más allá de diversificar nuestra dieta o subir fotos hípsters a Instagram.

Si tengo que elegir una única razón escojo la sostenibilidad.

Parece evidente que los métodos de producción de proteínas de origen animal (vacuno, porcino, ovino, aves de corral…) tienen una eficiencia limitada y un impacto medioambiental importante (y es posible que irreversible).

Y cuando hablo de eficiencia me estoy refiriendo a la cantidad de terreno, agua y alimento (en forma de pastos o pienso) que se necesita para satisfacer los requerimientos de los animales, que se traducirá finalmente en la producción de proteína.

La FAO calcula que los grillos necesitan 12 veces menos alimento que las vacas, 4 menos que las ovejas y la mitad que los cerdos o los pollos para obtener la misma cantidad de proteína.

Los insectos son más eficientes produciendo proteínas que los mamíferos o las aves, y la calidad es similar.

Y si tu pregunta se refiere a la calidad de esta proteína (ya sabes no toda la proteína es de igual calidad, porque depende de los aminoácidos que contenga y del grado en que podemos aprovecharlos), el estudio Extraction and characterization of protein fractions from five insect species encontró que el contenido en proteínas de cinco tipos de insectos (dos tipos de escarabajos, gusanos de la harina, cucharachas y grillos) era similar al de la carne “convencional” tanto en cantidad como en calidad y propiedades tecnológicas (como la capacidad para formar geles, importante en la industria alimentaria).

Incluso vieron que la composición de aminoácidos esenciales (esos que tenemos que consumir con la dieta porque nuestro organismo no puede producirlos) superaba nuestros requerimientos diarios.

Y la FAO en su documento Edible insects. Future prospects for food and feed security del año 2013 (en el que valoran muy positivamente el potencial de los insectos como alimentos) incluyó una investigación sobre 236 tipos de insectos en la que se vio que, aunque los resultados son muy variables (tanto como diferentes tipos de insectos), en general se pueden considerar una “buena fuente de energía y proteína, cumplen con las necesidades de aminoácidos, tienen altas cantidades de ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados y son ricos en minerales (como el cobre, hierro, magnesio, manganeso, fósforo, selenio y zinc) y vitaminas (riboflavina, ácido pantoténico, biotina y ácido fólico en ocasiones).”

Esto explica que la FAO encuentre tres razones por las que deberíamos comer insectos:

  1. Salud: son una buena fuente de nutrientes y una alternativa a alimentos básicos como el pollo, el cerdo, el vacuno e incluso el pescado.
  2. Medioambientales: se necesita menos terreno, agua, se produce menos cantidad de amonio y emisiones de metano, son eficientes convirtiendo el alimento en proteína, se pueden alimentar de desperdicios…
  3. Económicos y sociales: pueden ser una oportunidad de desarrollo de algunas comunidades y una línea de negocio.

De hecho, ya hay varias empresas tanto en Europa como en España que viendo el potencial de estos “nuevos alimentos” se han adelantado a la regulación.

Es el caso de Insecfit, la idea impulsada por Juan Roig, presidente de Mercadona, que planea vender barritas energéticas elaboradas con harina de grillo (que, aunque anunciaban que empezarían las ventas el 1 de enero coincidiendo con la entrada en vigor del nuevo reglamento, por el momento tendrán que esperar a que los grillos estén autorizados en la lista de nuevos alimentos de la Comisión Europea).

O Mealfood, que desde 2016 cría gusanos de la harina. Al principio se empleaban en la industria química, pero a partir de la entrada en vigor del Reglamento 2017/893 se pueden emplear en determinadas condiciones para alimentación animal.

¿A qué retos nos enfrentamos?

 

Principalmente, a nuestros propios prejuicios.

Sí, es una cuestión cultural, pero la idea de comer insectos a la mayoría nos resulta bastante repulsiva.

Otra cosa es tragárnoslos si no tenemos que verlos. Es decir, en forma de ingredientes de otros alimentos (el caso de las barritas energéticas o el pan finlandés de harina de grillos).

Por otra parte, regular cada insecto comestible y autorizarlo como nuevo alimento también supone un desafío para las autoridades.

Aún así, el futuro en este campo es prometedor. Hay un importante bache que superar y mucha labor normativa y pedagógica por delante.

Así que es posible que 2018 sea solo el arranque. Pero estoy segura, con la náusea amenazándome, de que no pasará mucho tiempo hasta que pruebe mi primer grillo.

De momento, solo espero enterarme a posteriori.

(Si te interesa el tema de la comercialización de insectos puedes encontrar mucha información en la web de la Plataforma Internacional de Insectos para Alimentos y Piensos).

Ya puedes encontrar en Carrefour productos elaborados con insectos, aunque su situación no está clara.

Te lo cuento aquí

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Beatriz Robles

Beatriz Robles

Tecnóloga de alimentos y dietista-nutricionista de formación y divulgadora de vocación. Docente en la Universidad Isabel I. Escribo sobre alimentos y nutrición en mi blog y colaboro con medios de comunicación como El Comidista, Materia Ciencia de El País y Eroski Consumer.
8 comentarios
  1. Angel Llorens Bahena 17 enero, 2018

    Mi mujer y yo hemos estado tres semanas recorriendo buena parte de China y en Pekín, en un mercado típico pudimos comprobar con nuestros propios ojos los puestos de grillos, alacranes, gusanos y demás especímenes semejantes, salados, caramelizados, fritos etc. No me atreví a probarlos y me queda ese resquemor de saber a que saben pues suelo probar todo aquello que es típico de cada lugar. De todas formas la guía nos dijo que igual de novedoso que para nosotros lo era para ellos pues dijo que no era nada típico de China. Saludos.

    Responder
    • Beatriz Robles 17 enero, 2018

      Hola Ángel:
      Reconozco que a mí también me costaría probar los insectos tal cual (aunque poco a poco voy abriendo mi mente y la idea de comérmelos en forma de harina, por ejemplo, tampoco me resulta tan terrible). Seguro que en unos años podemos «revivir» aquí tu experiencia en el lejano oriente.

      Un abrazo y gracias por tu comentario

      Responder
  2. Manuel Martín 24 enero, 2018

    Muchas gracias por tu artículo Beatriz. Es un soplo de cordura entre tanta desfachatez de artículos de prensa y de páginas interesadas (como las que has puesto de ejemplo) que no tienen ni idea de lo que están hablando.
    Soy inspector de sanidad y el tuyo es el primer artículo que encuentro que habla de este tema de forma rigurosa, pormenorizada y además de la forma más amena posible.
    Te felicito. Si todo tu trabajo lo haces con la misma rigurosidad, seguro que tus clientes estarán muy contentos contigo.
    Te pongo entre «mis favoritos»

    Responder
    • Beatriz Robles 24 enero, 2018

      Gracias a ti Manuel por tu comentario. Es un chute de energía saber que una persona con tu formación y tu criterio considera que está bien enfocado (sobre todo porque mi objetivo principal es ser rigurosa con mis textos, así que gracias por hacerme sentir que lo estoy consiguiendo ;)).
      Un abrazo!

      Responder
  3. Isabel 12 febrero, 2018

    Hola Beatriz,

    me gusta mucho tu página. Quería hacerte una pregunta. Si aún no ha salido en el listado de alimentos los insectos para comercializar con ellos, por qué se pueden comprar en el mercado de la boquería de Barcelona y a través de su página online. Lo vi el otro día en un programa de televisión con el siguiente etiquetado ¨BCN boquería¨

    Un saludo y enhorabuena por tu blog, te seguiremos!

    Responder
    • Beatriz Robles 13 febrero, 2018

      Hola Isabel:

      Muchas gracias por tu comentario y por tu pregunta, que es muy adecuada. Como el Reglamento anterior sobre nuevos alimentos (Reglamento 258/97) no incluía específicamente los insectos como «nuevo alimento» estaba abierto a «interpretaciones» y algunos operadores los comercializaban. Sin embargo, en 2015 AECOSAN lo prohibió atendiendo al principio de precaución (y varios locales tuvieron que eliminarlos de sus platos o de la venta, entre ellos puestos de la Boquería https://politica.elpais.com/politica/2015/10/16/actualidad/1445016493_248803.html ). Que se puedan comprar por internet es más sencillo porque puede hacerse legalmente a través de empresas fuera de España en dónde si estuvieran autorizados. Si lo están vendiendo radicados en España probablemente sea un caso de dejación en el control (todo esto dicho con las precauciones de no conocer el caso exacto). Un abrazo,

      Responder
  4. Mercedes 11 abril, 2018

    Hola Beatriz, me han gustado mucho tu artículo, es muy esclarecedor. Me surge una duda, desde la entrada en vigor del reglamento el 1 de enero a día de hoy, se ha autorizado la comercialización y consumo de insectos enteros o de algún compuesto a base de insectos? Muchas gracias.

    Responder

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