Conocer el país de origen de la miel: misión imposible.

El etiquetado de la miel es un campo de batalla sin cuartel.

No solo en ocasiones se saltan las normas (como te conté en el post anterior). Es que aun cumpliéndolas se sigue sin dar toda la información al consumidor.

¿Escogerías una u otra miel según el país del que proceda?

Bueno, tu respuesta en realidad no importa demasiado.

Porque en muchos casos no lo vas a poder saber. Y es completamente legal.

Te lo aseguro.

¿Qué dice la legislación sobre el origen de la miel?

Como ya te conté en el artículo anterior, la miel está regulada por en Europa por la Directiva 2001/210 que se materializó en España en el Real Decreto 1049/2003.

Años después, la Directiva 2014/63 y el Real Decreto 473/2015 introdujeron algunas modificaciones que no fueron precisamente la respuesta que los productores españoles esperaban.

Vayamos por partes.

La primera de las normas, la Directiva 2001/210, parece que le da una importancia especial a que los consumidores conozcan el origen de la miel.

En ese aspecto, entre sus considerandos iniciales destaca el 5 que entre otras cosas dice que “Habida cuenta del estrecho vínculo existente entre la calidad de la miel y su origen, es indispensable garantizar una información completa sobre estos aspectos, a fin de no inducir a error a los consumidores en relación con la calidad del producto. Los intereses particulares de los consumidores en lo que se refiere a las características geográficas de la miel y una total transparencia al respecto requieren que se mencione en el etiquetado el país de origen en que se haya recolectado la miel”.

Es decir, que por una parte reconoce que la calidad de la miel está directamente relacionada con su país de origen (como los apicultores señalan en sus reivindicaciones) y por otra destaca que los consumidores tienen derecho a conocer de dónde viene la miel.

La normativa sobre la miel reconoce que los consumidores tienen derecho a conocer el país de origen.

No está mal como idea básica para desarrollar la norma y parece un punto de partida positivo.

Pero el matiz (importante) viene en el artículo 2. Porque en su punto 4.a dice que Deberán mencionarse en la etiqueta el país o los países de origen en que la miel haya sido recolectada. No obstante, (y aquí está el quid de la cuestión) si la miel procede de más de un Estado miembro o de un tercer país, dicha mención podrá sustituirse por una de las siguientes, según proceda:

— «mezcla de mieles de la CE»,

— «mezcla de mieles no procedentes de la CE»,

— «mezcla de mieles procedentes de la CE y de mieles no procedentes de la CE».

Lo que equivale a decir que si la miel se recolecta en un solo país debe indicar el nombre de ese país en la etiqueta.

pais de origen miel España

Pero si lo que se vende es una mezcla de varias mieles de distintos países empieza el conflicto.

Porque puede indicarse de dos formas: la primera sería mencionar todos los países de origen y el consumidor seguiría conociendo con exactitud de dónde procede.

Pero también puede optarse por no especificar cada país e indicar solamente que es una mezcla de mieles “de la CE” (recolectada en varios países de la UE), “no procedentes de la CE” (recolectada en varios países fuera de la UE) o “de mieles procedentes de la CE y no procedentes de la CE” (una parte se ha recogido dentro de la UE y otra parte fuera).

pais de origen miel mezcla

Y el consumidor ya no tiene manera de saber en qué país se ha recolectado.

Si la miel procede de un solo país, es obligatorio indicar de cuál. Si procede de varios (mezclas de mieles), es voluntario.

El problema que denuncian los apicultores españoles es que de esta manera no se protege a los productos de dentro de la Unión Europea.

Y hay varios motivos para piensen así.

Por una parte, como los consumidores no pueden saber el origen y elegir el alimento en función de su lugar de procedencia, el hecho de que parte de la miel con la que se hace la mezcla se haya recolectado en España no supone un valor añadido que lo diferencie de otros productos en el supermercado.

Por otro lado, los productores consideran que la miel de países de fuera de la UE tiene una calidad inferior y un precio con el que no pueden competir.

Y además, la legislación no establece unas cantidades mínimas para esas mezclas.

De esta forma, al consumidor puede parecerle que una miel etiquetada como «mezcla de mieles procedentes de la CE y de mieles no procedentes de la CE» contiene una parte importante de miel autóctona, cuando la realidad es que efectivamente puede ser 50% de fuera de la UE y 50% de dentro de la UE, pero la proporción también puede ser 70/30 o 99% de fuera y 1% de dentro.

En el etiquetado no se distinguirá.

Las mezclas de miel pueden hacerse en cualquier proporción: 50/50, 75/25…o 99/1

Vale. Pero esa norma es de 2001 y ha cambiado….

Sí. Años más tarde la Directiva 2014/63 incluyó modificaciones, pero el único cambio sobre la obligación de mencionar el país de origen fue adaptar el término “CE” (Comunidad Europea) previo al Tratado de Lisboa, por el término “UE” (Unión Europea).

Como la modificación se introduce con una Directiva no se aplica de manera inmediata (como en el caso de los Reglamentos) sino que cada país tiene que adaptarla a su propia normativa nacional.

Por eso los productores reclamaban tenían la confianza en que al adaptarla a la norma española se incluyera la obligatoriedad de indicar país de origen en todos los casos.

Pero para su frustración, el Real Decreto 473/2015 se limitó a decir lo mismo que la Directiva y las mezclas de mieles que proceden de más de un país se siguen sin identificar el origen.

Frente a la posición de los apicultores se encuentra la de la industria envasadora, que está a favor de mantener la normativa como está y cree que identificar el país de origen rompería el mercado europeo.

No obstante, los productores han seguido reivindicando al Gobierno que se cambie la legislación para que el país de origen aparezca en el etiquetado.

La última campaña la lanzó COAG en 2016 y numerosos grupos parlamentarios y gobiernos autonómicos han aprobado iniciativas en la misma línea (Castilla y León, Extremadura, La Rioja, Castilla La Mancha, Aragón o Andalucía).

Sin éxito por ahora.

Y tenemos por otra parte el Reglamento 1169/2011 (de mayor jerarquía jurídica que la Directiva y que es el “Santo Grial” del etiquetado), que dice que se debe indicar el país de origen obligatoriamente “cuando su omisión pudiera inducir a error al consumidor en cuanto al país de origen o el lugar de procedencia real del alimento, en particular si la información que acompaña al alimento o la etiqueta en su conjunto pudieran insinuar que el alimento tiene un país de origen o un lugar de procedencia diferente”.

¿Induce a error el etiquetado actual del origen de la miel? Posiblemente sí.

Pero es interpretable, así que también puede deducirse que no hay un incumplimiento del Reglamento.

[Actualizado 10/12/2018: El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación ha lanzado una consulta pública sobre un proyecto de Real Decreto que obligará a indicar el país de origen de la miel

Es el primer paso hacia una regulación que podría obligar también a dar información sobre la cantidad de miel procedente de cada país.]

¿Todos los países se ciñen a esta normativa?

No.

Algunos países de la Unión Europea como Italia, Grecia o Polonia han desarrollado normas nacionales que obligan a indicar el país de origen de toda la miel.

Italia lo hizo en 2006 a través de la Ley 81 del 11 de marzo, que modificaba el Decreto Legislativo 179 de aplicación de la Directiva de la miel y obliga a indicar el país de origen para todas las mieles comercializadas allí.

Italia, Polonia y Grecia tienen normas nacionales que obligan a indicar siempre el país de origen de la miel.

Esta medida también fue controvertida y la industria alimentaria italiana (que al fin y al cabo es la encargada de comprar la miel a los productores y envasarla y por tanto prefería comprarla más barata fuera de Italia y etiquetarla como “mezcla de la UE y de fuera de la UE”) presentó una reclamación porque consideraba que estaba en contra de la legislación europea (y de sus intereses).

pais de origen miel coag italia
Fuente: COAG

Incluso se presentaron dos preguntas sobre este tema en el Parlamento Europeo (puedes leerlas aquí y aquí).

Pero el Parlamento Europeo no encontró contradicción entre la ley italiana y la normativa europea y en Italia se sigue indicando el país de origen de toda la miel.

¿Se puede indicar que la miel procede de una región concreta?

Sí. Puede hacerse.

En los casos en los que la miel tenga un origen único la denominación puede acompañarse de menciones sobre el origen regional, topográfico o territorial como indica el Real Decreto 473/2015.

pais de origen miel Gallega

¿De dónde vienen las mieles importadas?

Según datos del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, en 2016 se importaron a España 29.010 toneladas de miel, de las que más de la mitad (16.043 toneladas) procedieron de países de fuera de la Unión Europea, principalmente de China (7.975 toneladas).

pais de origen miel importaciones españolas

En España hay censados 30.920 productores que elaboraron 30.363 toneladas de miel, de las que dos tercios (20.831 toneladas) se exportaron a países de la UE y 6.082 toneladas se vendieron fuera de la UE.

Sí. Estás calculando bien.

De todo lo producido en nuestro país nos quedamos con un 12% e importamos casi tanto como lo que producimos.

Así que lo lógico es pensar que la mayor parte de la miel que consumimos no tiene origen español y posiblemente tampoco europeo.

(El caso de la miel no es único y muchos productos que importamos de países de fuera de la Unión Europea aunque dentro de nuestro país también se produzcan.)

¿Es esto en sí mismo un problema para los consumidores? No desde el punto de vista de la seguridad alimentaria. Sí desde la libertad de elección.

El consumidor no tiene toda la información para escoger.

Y ya desde otro ángulo, para los productores sí es un problema. Calculan que producir un kilo de miel en España les cuesta entre 2,29 y 6,5 euros por kilo, mientras que en 2014 el precio del kilo de miel importada de China fue de 1,36 euros.

Un precio con el que es imposible competir.

¿La miel importada es de peor calidad?

Para los apicultores no hay duda de que la miel de terceros países que se mezcla con miel europea es de peor calidad (puedes leerlo aquí y aquí).

Además, muchos no han dudado en denunciar presuntas prácticas fraudulentas que harían que lo que importamos como miel sea en realidad poco más que azúcar.

Y es un tema que preocupa en la Unión Europea, que reconoce que la miel es uno de los productos alimentarios más susceptibles de fraude.

La miel es uno de los productos que más se adultera con fines económicos.

El Parlamento Europeo elaboró un informe en 2014 en el que se recoge esta preocupación y la Comisión Europea estableció un plan de control para conocer en qué medida se está produciendo este fraude en la UE.

En el plan de control participaron los 28 países de la UE además de Noruega y Suiza.

En una primera fase se encontró que el 6% de las muestras estaban adulteradas con azúcar. Las muestras que aparentemente eran conformes pasaron un filtro más y el informe final encontró que un 14% de ellas sufrían la misma adulteración.

La Comisión concluyó que efectivamente se está produciendo una adulteración con azúcar.

Pero ojo, porque ese fraude afectaba tanto a las mieles que proceden de la UE como a las importadas de otros países.

Las razones de la adulteración son claras; el azúcar es más barato y desenmascarlo es complicado porque los métodos de análisis son complejos y su capacidad de detección es limitada.

No supone un riesgo para la salud. Pero es un menoscabo absoluto de los derechos de los consumidores.

Un ejemplo reciente. En 2015, un distribuidor danés importó 50 toneladas de miel china de las que el 80% directamente no eran miel sino un producto que se le parecía. No supuso un problema de seguridad alimentaria pero evidentemente fue un fraude.

De nuevo hubo preguntas parlamentarias (esta y esta) sobre las medidas que debe tomar la Comisión Europea para controlar el fraude, que insistió en su compromiso y en la necesidad de que los Estados miembros realicen controles oficiales.

 ¿Es verdad que las importaciones de miel de China estuvieron prohibidas un tiempo?

Sí. Concretamente entre 2002 y 2004.

Y no solo afectó a la miel, sino a todos los productos chinos de origen animal destinados al consumo humano o a piensos.

El detonante fue que se encontraron “deficiencias en el sistema de control de residuos y problemas por el uso de sustancias veterinarias prohibidas”.

La prohibición se levantó en 2004 (excepto para el pollo) porque China hizo “considerables progresos ajustando sus controles de seguridad de los alimentos y piensos”.

Pero es que la posición europea respecto a los residuos de medicamentos también ha cambiado mucho desde el año 2002, como se explica en este documento.

Mientras la Unión Europea no tuvo establecidos límites máximos de residuos (LMRs) de medicamentos veterinarios, cualquier importación de miel o de cualquier otro producto en la que se detectasen residuos, era rechazada.

Pero la situación actual es la siguiente.

Los LMRs actuales se establecen en el Reglamento 37/2010 para cada producto y para cada alimento (pueden estar permitidos en un alimento pero no en otro).

La UE no autoriza el uso de ningún antimicrobiano para tratar abejas y solo se admite que en la miel aparezcan residuos de dos sustancias con acción farmacológica (amitraz y cumafós).

Pero como hay países fuera de la UE que sí autorizan el uso de antimicrobianos en abejas, el Reglamento 470/2009 tiene prevista una fórmula para poder importar miel que contenga residuos de esas sustancias que aquí no se permiten: si el antimicrobiano que aparece en la miel tiene LMRs permitidos en la UE en otros alimentos (distintos de la miel), se puede solicitar una autorización para importarla.

Se tarda más, puede rechazarse la solicitud, pero es posible hacerlo.

En resumen…

Solo las mieles que proceden de un solo país tienen la obligación de indicar su origen.

Las mezclas de mieles de distintos países pueden ser más laxas en su etiquetado y esto afecta directamente al derecho de los consumidores de recibir información veraz.

Esto, unido a que la miel es uno de los productos más fáciles de adulterar y sumado a que muchas veces no se cumple ni el etiquetado obligatorio hace el cocktail perfecto para que los consumidores no sepamos lo que estamos comprando.

¿Tomarías otras decisiones si supieses de donde viene la miel? Quizá no. Pero ya tendrías toda la información para elegir.

 

Algunas estrategias “ocurrentes” en el etiquetado de la miel hacen muy difícil saber qué compras.

Te las cuento en este artículo.

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Beatriz Robles

Beatriz Robles

Tecnóloga de alimentos y dietista-nutricionista de formación y divulgadora de vocación. Docente en la Universidad Isabel I. Escribo sobre alimentos y nutrición en mi blog y colaboro con medios de comunicación como El Comidista, Materia Ciencia de El País y Eroski Consumer.
1 comentario
  1. Esther 29 septiembre, 2020

    Hola Beatriz,
    Se agradecen las referencias a las Directivas tal y cual, Real Decreto, Artículo, y así el resto de links; siempre le dan ese punto de credibilidad al artículo e incluso lo enriquecen. Lo que encuentro es que no sé si seguir leyendo o irme a ver el enlace en cuestión.
    Mi recomendación es que pongas anotaciones numéricas para las referencias, tipo Wikipedia, para que el lector no se vea tentado entre seguir leyendo tu artículo hasta el final o irse a ver qué pasó en tal o cual cita.
    Saludos,

    Responder

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