Sé que estos días son terriblemente complicados. A la angustia por el presente y el futuro se unen otras mil sensaciones que sentimos que no podemos controlar.
Nuestras rutinas han cambiado radicalmente, la actividad física se reduce al mínimo y aparece la preocupación por lo que estamos comiendo…pero es que el frigorífico está tan a mano que parece imposible dejar de picotear a cada rato.
Nos está pasando a todos y en El Comidista te explico por qué sucumbes a caprichos dietéticos que antes ignorabas (se conoce como hambre emocional y está perfectamente descrita) y qué puedes hacer para llevar un picoteo más saludable (sin obsesionarse) durante el confinamiento.
Si tu hambre es emocional, nada como tratar de alejarse de esa situación. En condiciones normales te diría que cogieras los bártulos y salieras a la calle a dar un paseo, pero como eres responsable y estás siguiendo al pie de la letra las indicaciones de las autoridades sanitarias, la solución es mantenerse activo en casa. Cambia de actividad, haz algo de ejercicio físico dentro de las posibilidades -hay muchas aplicaciones con programas de entrenamiento para hacer en casa que son la salvación estos días- o dedícate a alguna tarea intelectualmente estimulante de esas que siempre postergas por falta de tiempo.
Si el hambre emocional sigue ahí, hay unas cuantas pautas que puedes seguir para ceder a ella sin que repercuta en tu salud física y mental: que lidiar con el aumento de peso se lleva mal, pero entrar en conflicto contigo mismo batallando contra los sentimientos de culpa y remordimiento, es una pesadilla. Sigue leyendo.
Piensa que es una situación absolutamente excepcional y que lo importante cuando esto acabe es que estés bien de salud. Y habrá tiempo para retomar hábitos saludables (o para adoptarlos por fin).
Tienes todos los recursos que he ido publicando sobre el coronavirus en este artículo.