El 5 de diciembre participé en la Cumbre del Clima, dentro de la Mesa Verde, destinada a la sociedad civil. Tuve la suerte de estar en dos foro muy diferentes, pero con un enfoque común: la alimentación como oportunidad para redirigir el futuro del planeta.
No es la primera vez que insisto en el impacto de la alimentación sobre el cambio climático,y no me cansaré de decirlo: tus elecciones alimentarias cuentan mucho.
He escrito un artículo en el blog de la Universidad Isabel I, en la que soy docente, para contar qué podemos hacer para evitar el desperdicio alimentario y por qué hay que plantearse canales para redistribuir los alimentos y evitar que acaben en el vertedero, poniendo siempre la seguridad alimentaria por delante.
El problema del desperdicio está sobre la mesa porque los datos son claros: la mayor parte del desperdicio alimentario se produce en los hogares (la Comisión Europea considera que supone el 53% del total y el MAPA da valores para España del 42%), con un dato llamativo: el 85,6% de los alimentos que tiramos son productos sin elaborar. Ni siquiera los hemos tocado. Van directamente a la basura. Para mayor desazón, de esos alimentos sin elaborar, lo que más tiramos es fruta (31,4%) y verdura (14,3 %): alimentos de gran valor nutricional que deberían ser la base de nuestra dieta. Sigue leyendo aquí
Como te digo en ese artículo, el lema #TiempoDeActuar no es una reivindicación vacía sino una demanda urgente. El sistema tal como lo conocemos no es sostenible. Está en nuestras manos encontrar otro. Y tenemos que hacerlo ya.