Los consumidores nos volvemos locos.
Los mensajes que escuchamos sobre alimentación y nutrición son contradictorios. Y muchos de ellos se sustentan sobre estudios científicos, así que al final no sabemos de qué o de quién podemos fiarnos para diseñar nuestra dieta.
Recientemente, el prestigioso estudio PREDIMED ha tenido que rectificar sus resultados porque había errores en el diseño de la investigación. Un estudio que se había considerado uno de los más importantes de los publicados en 2013 en una de las revistas científicas de mayor impacto.
Con este panorama es lógico preguntarse: ¿por qué recibimos informaciones opuestas?
Trato de responder a esta pregunta en mi artículo para Materia Ciencia de El País.
En los estudios sobre los potenciales beneficios o efectos adversos de un nutriente, es difícil tener un grupo de control que tenga un consumo cero de ese compuesto. Además, los efectos debidos a la exposición o eliminación de un nutriente no son inmediatos, lo que complica establecer una relación causal. Y para complicar todavía más el escenario, nuestro cuerpo tiene capacidad para almacenar los nutrientes, de manera que, si uno determinado no se aportase con la dieta, el organismo recurriría a las reservas y el déficit tardaría en manifestarse.
Esto nos conduce a otro impedimento en el desarrollo de intervenciones nutricionales: las consideraciones éticas. No sería aceptable someter a un grupo de personas a una dieta que se considera que es perjudicial, simplemente para verificar sus efectos nocivos…(puedes seguir leyendo aquí)
En el artículo ¿Son fiables los estudios sobre nutrición? encontrarás algunas respuestas. No son todas, porque la nutrición es una ciencia reciente y estamos en la primera fase de su estudio.
Pero solo con unos buenos cimientos podremos ir elaborando un conocimiento veraz sobre ella.
¿Quieres ver un ejemplo de manipulación absoluta de los estudios científicos? Echa un vistazo a este artículo sobre un titular que compara la cerveza y la leche.